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En el camino de Saulo

En el camino de Saulo

Recientemente, un comentario de un sacerdote me llevó a reflexionar profundamente sobre mi manera de ser. Él mencionó que, de forma singular, soy como Saulo. Esto me dejó pensativo, preguntándome: ¿Cómo era Saulo? Este punto de partida me ha llevado a examinar mi temperamento y mi forma de vivir como cristiano católico. Tal vez esta reflexión no solo me sirva a mí, sino que inspire a otros a realizar un análisis personal.

Saulo de Tarso, antes de su conversión, es un personaje fascinante y complejo. Incluso en su etapa previa a encontrarse con Cristo, destacaba entre los suyos. Aquí algunos aspectos clave de su carácter:

1. Su personalidad y manera de ser

Saulo era un judío apasionado y decidido, comprometido intensamente con sus creencias. Todo lo que hacía, lo realizaba con convicción y sin medias tintas. Era un líder nato, cuyo celo religioso y confianza en su conocimiento de la Ley mosaica lo hacían tomar decisiones drásticas para defender su fe.
Desde joven, recibió una educación destacada. Como discípulo de Gamaliel, uno de los maestros más respetados del judaísmo, Saulo era culto y poseía un dominio profundo de la Ley y las tradiciones judías.

2. Su forma de pensar

Saulo tenía una visión profundamente legalista: estaba convencido de que la salvación dependía del cumplimiento estricto de la Ley mosaica. Su mentalidad lo convertía en un defensor férreo de la tradición, viendo a los cristianos como una amenaza para el judaísmo. Esta postura lo hacía inflexible, incapaz de abrirse a perspectivas nuevas o revelaciones diferentes.

3. Su rigidez espiritual

Como "fariseo de fariseos", Saulo poseía un celo extremo que lo llevaba a defender la Ley a toda costa. Esta rigidez lo hacía falto de misericordia, justificando sus acciones como necesarias para proteger la fe, incluso cuando eso significaba perseguir a quienes él consideraba desviados.

4. Su actitud hacia los demás

Este celo lo convirtió en un perseguidor implacable. La Biblia detalla cómo Saulo arrestaba y enviaba a prisión a cristianos, irrumpiendo incluso en sus hogares. También mostraba un carácter colérico y explosivo, como en el caso del martirio de Esteban, que él aprobó y consideró justo.

Con estos elementos, podemos ver que Saulo era un hombre brillante, apasionado y convencido de que defendía la verdadera fe. Sin embargo, su rigidez y postura combativa serían transformadas radicalmente tras su encuentro con Cristo.


Una introspección personal

Tras analizar a Saulo, me pregunto: ¿En qué aspectos me parezco a él?
Me considero una persona comprometida con mi fe. A lo largo de mi vida, he encontrado en mi religión un pilar sólido que fortalece mi amor por Cristo y su Iglesia. He dedicado tiempo a estudiar y profundizar en la tradición y el magisterio, convencido de que la obediencia a estos fundamentos es clave.

Como Saulo, reconozco que puedo ser inflexible en lo relacionado con la fe. No creo en medias tintas: si alguien se identifica como cristiano católico, considero incompatible que crea en la santería, la magia, el yoga o las corrientes de la New Age. Para mí, estas prácticas contradicen la esencia del cristianismo.

Mi enfoque legalista también es evidente. Me apego fuertemente a lo que enseña la Iglesia, siguiendo el principio de que "quien obedece, no se equivoca". Sin embargo, al reflexionar, veo cómo esto puede limitar mi capacidad para escuchar y comprender otras perspectivas.

En cuanto a mi actitud hacia los demás, esta reflexión ha sido especialmente impactante. Mi esposa y otras personas cercanas me han hecho ver que, aunque me considero condescendiente y amoroso, a menudo proyecto rigidez y frialdad. Mis palabras pueden parecer sentenciadoras y mi tono, intimidante. Si bien no persigo ni ataco, mi manera de expresar verdades puede alejar en lugar de acercar.


Una lección para el alma

Reconozco que mi actitud no siempre ha sido caritativa. A veces, al defender la verdad, he dejado por los suelos no solo los argumentos de los confundidos, sino también sus espíritus. Esto contradice el llamado cristiano al amor y la misericordia.

Me he visto reflejado en Saulo: un corazón duro disfrazado de verdad, pero sin sentimientos. Me pregunto entonces: ¿Qué tan cierto es que soy un verdadero seguidor de Cristo? ¿Es este el momento en que debo detenerme y encontrarme con el Señor de la misericordia?

En este Adviento, siento que Jesús me llama nuevamente. Como un fariseo cristiano, Él se cruza en mi camino, preguntándome: "¿Por qué me persigues?" No para condenar a mis hermanos confundidos, sino para recordarme que el Evangelio se proclama con amor y caridad.


Una conclusión práctica

Este episodio me lleva a reflexionar profundamente:

  • ¿Por qué debato?
  • ¿Es para enaltecerme o para edificar a los demás?
  • ¿Expreso el Evangelio con amor o con dureza?

El conocimiento es una herramienta poderosa, pero sin amor se convierte en una espada que hiere en lugar de sanar. Hoy, decido caminar hacia Cristo con un corazón renovado, buscando ser un instrumento de su amor, más allá de mi saber.

Que este tiempo de Adviento nos lleve a todos a encontrarnos con el verdadero Evangelio: el amor que transforma y da vida.



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